jueves, 11 de junio de 2009

Para Nadie


Los días me degollan y las semanas parecen mutilar cada parte de mi cuerpo. Yo sin poder librarme de estos torturadores fumo un cigarrillo y asomo mi cabeza por la ventana, la niebla ha devorado todas las figuras de la ciudad, cierro los ojos, cierro las cortinas y dentro todo es tinieblas también, entonces descubro que las tinieblas a mi alrededor las produzco yo. Hegel se ha convertido en mi homicida favorito y las páginas de su Estética se han quedado adheridas a mis dedos de tanto tocarlas, son parte de mi, me aseguran una fuente de vida y disipan un poco la niebla en mi interior.

Paralelamente a estos eventos, mi corazón (el órgano más débil del cuerpo humano) se deesvela pensando en que nuevamente late por alguien, pero muy profundamente, en los abismos a los que solo yo puedo descender, se que esto es un nuevo capricho, que es una ilusión tan pasajera como las estaciones, tan efímera como las flores, tan banal como el pop.

Las declaraciones, los mensajes, los besos, el semen, las piernas, el sudor y las caricias se esfumarán en un santiamén y luego volveré a dejar palpitar mi corazón, para robarle las esperanzas a alguien, para burlarme de otros, para engañar a decenas de hombres, para convertirme en la mantis humana, para sobrevivir, para matar, para continuar destruyendo, para enviarlos al limbo, para arruinarlos, para ultrajarlos, para desearlos, para usarlos, para olvidarme de ellos.