viernes, 1 de enero de 2010

¿Comienzo o final?


Perecen todos los cerdos en la boca de los aborrecibles cerdos, caen las estrellas como pequeñas gotas de felicidad y gritan los miserables por un año lleno de "alegría y prosperidad". La mediocridad los consume, fuera todo es muerte funesta, dentro es apenas un funeral. Las luces están apagadas, las velas encendidas, la cena está servida, falta algo, no, no falta nada. Sólo cuatro almas dispuestas en la sala del apartamento de la mujer que duerme desnuda y sola, ni siquiera su perra se compadece de ella. Devoramos nuestros cubiertos, sorbemos todas las gotas de vino, oigo tambores y tocan la puerta, son las bacantes que han venido a festejar junto a nosotros. Nos retratan colgados en medio del delirio, agudizados los 9 sentidos y riendo endemoniadamente porque Cristo murió en la cruz por nosotros. El sonido de los tambores cesa por un momento, el agua tibia baña mi cuerpo desnudo y mis amigos siguen riendo estrepitosamente, tal vez porque Cristo quiere ir de compras con sus amigas.

¡Cuánta euforia, cuánto delirio, cuánto amor gravitando a nuestro alrededor! Alegoría de la amistad con cuatro cuerpos desmembrados ¿moribundos? ¡Se han fundido en uno solo, por eso fueron desmembrados!

La calle es un carnaval agonizante, colmada de disonancia y vómito donde pululan gusanos rosados que salieron del estómago de algún hermafrodita. Gritos, fuego y luces disfrazadas, todos "matan el tiempo" en espera de un nuevo amanecer.

Se aunan los cuatro cuerpos para unirse al vulgo en el nefasto homicidio temporal, mientras las lágrimas se han evaporado en la hoguera del aquelarre. ¡Fuego por todas partes, qué modestia del ser humano al admitir su volatilidad y qué ironía que juegue con el elemento que consumirá sus pecados!

Los abrazos se multiplican en un santiamén y en un instante "damos felicidad y prosperidad", sin embargo la peste sigue su danza macabra, la muerte baila en tacones y los políticos mastican nuestras vísceras con dientes de diamante. Con cigarrillos en los bolsillos y una botella de la sangre de Baco en la mano volvemos al castillo, bailamos, bailamos, bailamos.

Nos separamos. Karol, Isaac y yo nos dirigimos a un lugar donde la gente usualmente va a divertirse, a esos lugares se les llama discoteca. Reinaba el desorden y la lujuria, en las caras de los asistentes se podía leer "fóllame". Metí la lengua en un par de gargantes y divisé en algunos rincones las caras de víctimas pasadas, de fantasmas que atravesé con la flecha de la arrogancia inédita. Bailamos, bailamos, bailamos.

El alba despunta en algún lugar del mundo ¡qué bestia! quise decir en algunos lugares del mundo ¡el mismo error! Yo me voy a dormir junto a mis amigos, en la misma cama, en el mismo universo. el candor de la madrugada me provoca náuseas...


Adiós "viejo año", yo continúo comiendo nueces de oro, tú acabarás en el baúl de alguna vieja decrépita, comiendo viejos periódicos, ahogándote en polvo añejo.

No hay comentarios: